Precio y reserva (27 de noviembre)

 El potencial gasífero en yacimientos de la cuenca Neuquina ya venía siendo explorado por diversas compañías y es objeto de múltiples expectativas, pero el tema fundamental es el precio con el que se permitirá comercializar el hidrocarburo al momento de ingresar al mercado, ya que los valores actuales –desfasados del mercado internacional- no hacen viables las altas inversiones necesarias para extraerlo.

De allí que los anuncios en torno a que se garantiza cubrir la demanda de los próximos 100 años, tendrán sentido sólo de la mano de una política de mediano y largo plazo, que permita recomponer el sistema de precios vigente en el país.

Lo mismo puede decirse para el caso del petróleo. En el Seminario de Energía realizado por la Sociedad de Ingenieros del Petróleo en Buenos Aires entre el 17 y 18 de noviembre, el secretario de Energía de la Nación dijo que la incorporación de mayor tecnología permitirá incrementar la recuperación del fluido que aún está en el subsuelo, ya que actualmente sólo se recupera un 23 por ciento del total existente. La tecnología, indicó, junto a la recuperación terciaria asistida permitirá llegar a porcentajes mayores de recupero, hasta acercarse al 60 por ciento.

Sin embargo, todos estos factores dependen de un tema trascendental, que es el vinculado al precio, tanto de gas como de petróleo: en ambos casos, los valores vigentes en el mercado interno del país están lejos de justificar la viabilidad económica de la explotación, lo que efectivamente termina de convertir en reservas probadas a aquellas existencias físicas que por ahora sólo pueden encuadrar en los términos de “probables” o “posibles”.

Embudo (13 de noviembre)

 Los problemas energéticos se agolpan a partir del achatamiento tarifario y la decisión del gobierno nacional para mantener los subsidios, aún cuando estos benefician no sólo quienes más lo necesitan, sino a sectores que tienen altas utilidades (tal como ocurre en determinados sectores rurales, beneficiado por el subsidio al gasoil importado). En lo que refiere al gas, el precio bajo favorece a los habitantes patagónicos, pero también a quienes necesitan mantener sus piscinas con agua caliente durante todo el año o a quienes calefaccionan veredas de bares en Capital; al mismo tiempo, impide continuar el desarrollo de redes que posibiliten llegar con el fluido a las provincias más empobrecidas del país y que son las que deben pagar el más alto precio del gas envasado.

En el caso de la energía eléctrica, la creciente necesidad de recursos para cubrir el déficit entre costo de generación y tarifa trasladada a los usuarios tiene el límite de recursos que no estarán disponibles para otras prioridades del Estado (tales como salud, educación o seguridad), pero además porque desalientan la posibilidad de nuevas inversiones en materia de desarrollo de más infraestructura (cuya necesidad de crecimiento también está planteada por la mayor demanda provocada por el recupero industrial).

Hay un elemento que los usuarios menos favorecidos –que sufren también los embates de la inflación- pueden comenzar a poner en práctica y que debe partir desde la enseñanza de hábitos de consumo que apunten a la sustentbailidad: la propensión hacia el uso eficiente de la energía. Esta será la mejor herramienta para atenuar los impactos cuando, tarde o temprano, la estructura tarifaria deba llegar a niveles reales de m

Oportunidad (30 de octubre de 2010)

Dos hechos aparecen en el horizonte cercano y que podrían  incidir en el modo en que se resuelva el desafío que tiene ante sí la cuenca del golfo San Jorge, a fin de potenciar con un mayor impacto productivo la existencia de reservas petroleras que hoy son las más altas del país: las elecciones de marzo de 2011 y la negociación entre BP y capitales chinos por la posible venta de acciones de PAE, operadora de Cerro Dragón. Se trata de dos hechos de profunda trascendencia, que incidirán en definitiva en el modo en que se pueda articular la estrategia política y los objetivos que pueda plantear el nuevo gobierno provincial, por un lado. Y la impronta que habría de aportar la incorporación de nuevos capitales, si finalmente se concreta la mega operación por una porción accionaria de la operadora. ¿Habrá posibilidad de insertar en la agenda el análisis de un proyecto de refino para aprovechar el volumen productivo de la provincia? El tema parece trillado, sobre todo porque ha sido tomado en más de una ocasión como argumento de campaña. Sin embargo, hoy parecen haber motivos económicos: con la alta retención sobre la exportación de crudo, lo que de hecho deprime su valor en el mercado interno; y la fuerte evolución de los precios de las naftas en el mismo mercado (además de que los combustibles tienen menor retención para ser exportados) la ecuación parece más favorable a la incorporación de valor que a la venta propia de la materia prima. Suele decirse que, en chino, la palabra crisis y oportunidad tienen el mismo significado. 

Números (16 del 10 de 2010)

Los números de perforación siguen mostrando el dinamismo de la cuenca del golfo San Jorge, ya que las perforaciones de explotación permiten vislumbrar mayores volúmenes de producción, un ítem en el que Chubut viene mostrando una evolución positiva a lo largo de la última década, principalmente por la estrategia de PAE en Cerro Dragón. El dato novedoso está dado por la mayor actividad que está reflejando YPF en el upstream, ya que sus descensos de producción –en ésta y otras cuencas- durante los últimos años es la que explica buena parte de la caída energética del país, en tanto se trata de la principal operadora de la Argentina. Claramente la petrolera había volcado su mayor esfuerzo hacia el refino, sector del que provienen sus principales ganancias (y equilibrio del balance internacional), según han reconocido las autoridades españolas de la compañía. Tras la decisión de Repsol de desinvertir en Argentina, la conducción del grupo Eskenazi en el país ha anunciado una serie de programas de exploración y producción que –contrapesando aquella decisión- deberían mostrar sus frutos en los próximos 5 años. Las estadísticas de 2010 muestran un primer reflejo positivo de esos anuncios. El próximo bienio será fundamental para confirmar si estos números son sólo una golondrina, o el inicio de un verano más alentador para el sector energético nacional.

Eslabones (5 del 9 de 2010)

La mayor producción aportada por Chubut en materia de petróleo y gas no alcanza para compensar la caída de esos hidrocarburos en el resto de los yacimientos del país. En este punto queda en evidencia el eslabón perdido entre la “ley corta” (que transfiere la potestad de los yacimientos hacia las provincias) y la necesidad de una política de conjunto que el país no logra articular. La mayor cantidad de petróleo que sale esta provincia y el excelente nivel de reservas de la cuenca no será suficiente para suplir la falta de crudos livianos que requieren las refinerías del país para elaborar combustibles. Si la tendencia positiva de producción continúa, habrá un excedente de este tipo de petróleo que seguirá volcándose al mercado de exportación en volúmenes crecientes (la provincia ganará más regalías y la operadora que exporte se beneficiaría siempre que se modifiquen las retenciones que hoy ponen tope a su ingreso), pero con la gran paradoja de que si no se resuelve la permanente caída de producción en el resto de los yacimientos, Argentina deberá por otra ventanilla salir a comprar al mundo los petróleos más acordes a las características de las refinerías instaladas en el país. Asimismo, tampoco la buena performance de la producción de gas de esta provincia –que es marginal frente a las necesidades de consumo del país- podrá satisfacer la creciente brecha que obliga a importar cada vez más desde Bolivia y a través de buques que traen el gas licuado, para ser regasificado en Bahía Blanca, con los consiguientes mayores costos que ello implica. Los analistas suelen decir que el Estado debe establecer “reglas claras” para que la industria realice las inversiones necesarias. Pero también es claro que muchos sectores de la industria hoy se benefician con grandes utilidades en el sector de refino (es decir, por el aumento constante de los precios de los combustibles) y aun con los precios pisados vigentes en el país para el barril de crudo, pero sin que ello se vea reflejado proporcionalmente en la búsqueda de nuevas áreas productivas para recuperar el autoabastecimiento energético.

Balances

Las retenciones a la exportación de petróleo parten del principio de que se trata de un recurso no renovable, de carácter estratégico, razón por la cual el Estado –en su rol de propietario del recurso- tiene el innegable derecho de participar de eventuales rentas extraordinarias producidas por la actividad. Donde sí puede haber margen para el necesario debate es en el alcance de tales mecanismos, particularmente en lo vinculado a la incidencia sobre precios internos y el modo en que ello puede atentar contra el carácter estratégico de ese mismo recurso. Tal perjuicio se refleja en la disminución de las curvas de producción y reservas de petróleo y gas en el país, por lo que un primer eje de la discusión debería darse para verificar si son los precios internos desfasados del mercado internacional los únicos causales de aquellos déficits. Por otro lado, atendiendo los argumentos expresados por Daniel Montamat (ver “Efectos”), podría decirse que las retenciones afectan principalmente a Chubut, ya que el petróleo de sus yacimientos es prácticamente el único que se exporta; pero ello no ha derivado en una depresión de sus áreas, sino todo lo contrario, hoy es la principal provincia productora de crudo y la de mayores reservas. Sin embargo, los datos de la realidad dan la razón al economista en los demás yacimientos del país, que registran cada año nuevas reducciones de su actividad, en gran parte explicado por los bajos precios internos. En suma, la compleja trama de factores exige un análisis a fondo (se debe determinar, por ejemplo, cuál es la tasa de inversión real en relación a las rentabilidades obtenidas), en el que se evalúe la posibilidad de propender a precios más atractivos, pero determinando el modo en que ello redundará en las inversiones necesarias para revertir el rojo balance energético del país. Ese, considerando las elevadas ganancias demostradas por algunas de las principales empresas petroleras que operan en el país, es por ahora el único balance negativo que muestra el sector.

 

Energía (edición del 24 de julio)

La distribución de gas –y por lo tanto, de energía- es sinónimo de distribución de riqueza. La denegación del acceso a este insumo –en cualquiera de sus fuentes: electricidad, gas o alimento- es postergación y pobreza. El mapa del país muestra hoy cómo la energía sigue siendo una entelequia para más de 14 millones de personas que deben pagar garrafas de gas a un precio mucho más alto que quienes lo reciben por redes domiciliarias. Los últimos 20 años reflejan que aun cuando en algunos períodos hubo grandes volúmenes de gas, niveles históricos de reservas hidrocarburíferas y exportaciones de petróleo y gas que implicaron buenos dividendos para operadoras y para la balanza comercial del país, el acceso a la energía ha seguido siendo denegado para la tercera parte de los hogares argentinos. Hoy, además, el sector industrial que ha comenzado a reactivarse ve amenazada esa perspectiva por los recortes en el suministro de gas, que no alcanza para satisfacer la totalidad de la demanda.

La política de subsidios ya no alcanza para, supuestamente, proteger a los más débiles: estos pagan cinco veces más por una garrafa que, además, no consiguen con facilidad. Y la creciente dependencia de la importación de gas exige revisar a qué sectores favorece la subvención estatal para que no impacten los precios internacionales en el mercado interno. ¿Deben seguir siendo subsidiadas industrias que exportan buena parte de su producción y, por tanto, se benefician con precios internacionales al momento de vender, pero son protegidas al momento de pagar sus insumos? ¿Debe subvencionarse el gas en sectores residenciales con capacidad de pago suficiente para consumos suntuosos? ¿Cómo se distinguirá a operadoras que invierten en exploración y a aquellos que no lo hacen? El país se queda sin reservas y, la respuesta, de seguir esta tendencia, será una sola: la creciente dependencia de la importación de gas y petróleo no dejará margen para ensayar nuevas preguntas.

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